El otro día acabé de leer Jane Eyre y sufrí una especie de experiencia religiosa a lo bestia que me ha dejado con los ojos como plato y una plenitud interior que aún lo estoy flipando.
Sí, sé que la mayoría me dirá: ¿Todavía no lo habías leído? ¡Que lerda!
Pero ya he enmendado mi error y Charlotte Brönte ha entrado en mí. Ese librito acaba de
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